A continuación os dejamos la entrevista realizada a Anamaria Vartolomei, protagonista de El Acontecimiento y ganadora del premio Cesar a Mejor Actriz Revelación. Película que estrenamos en las salas de Proyecto Viridiana el 10 de marzo a las 19h (18h en Canarias) con posterior coloquio desde Cines Lys. Reserva ahora tus entradas para El acontecimiento.
¿La novela de Annie Ernaux, de la que está adaptada la película, te ayudó en tu trabajo?
Su estilo de escribir fue una gran inspiración para mí. Muy brusco, crudo, sin florituras y muy preciso. Te coloca cara a cara con la realidad. Annie Ernaux es una escritora muy valiente que ha contribuido en gran medida a arrojar luz sobre la situación de las mujeres. Ella trabaja por la libertad y la propia identidad de las mujeres. En cuanto a las protagonistas de EL ACONTECIMIENTO, la novela muestra que tiene deseos que se niega a ocultar. Ella acepta por completo su responsabilidad. La novela también me ayudó a comprender las sensaciones físicas de mi personaje. Por ejemplo, el dolor.
¿Cómo te preparaste con Audrey Diwan?
Hablamos, intercambiamos pensamientos. Audrey me pidió que viera algunas películas antes de hablar sobre la construcción de mi personaje. Entre ellos, ROSETTA de los hermanos Dardenne, que inspiró el apodo de mi personaje. ¡La llamamos “el soldadito”! O EL HIJO DE SAÚL de László Nemes, por sus divagaciones alucinantes, la dimensión realista y extenuante de lo que atraviesa el personaje. Pero también, CISNE NEGRO de Darren Aronofsky, por la relación madre-hija. Fue menos una cuestión de inspiración que de consultar a otros. Y durante nuestro rodaje, recordé esas conversaciones. Siempre recordaba una frase: Anne es un soldado que va a la guerra. Por el camino va perdiendo aliados. Termina en el suelo. Le dan patadas, pero se pone de pie. Sigue adelante, con su decidida e ilimitada fuerza de voluntad. Anne nunca aparta la mirada. Siempre mira al frente.
Para reflejar esa determinación inquebrantable y esencial a la pantalla, los encuadres están muy ajustados, la cámara siempre parece estar a unos centímetros de tu personaje. No se aparta nunca de ti. ¿Cómo resolviste esa ósmosis tan íntima entre tú, Audrey Diwan y Laurent Tangy, el director de fotografía?
Nos convertimos en un solo cuerpo, una entidad con tres cabezas. Audrey buscó una dimensión visceral. Laurent siempre estaba detrás de mí, «por encima» de mi hombro. Debajo de mi piel. Siguiendo todos mis movimientos. Al mismo tiempo, esta es una película sobre la fuerza vital. Cuanto más te acercas, más pronto llegan al público la protagonista y sus sentimientos y más implicado se siente el público. El sonido también tuvo un papel fundamental en nuestro enfoque. Audrey quería que escucháramos todo lo relacionado con Anne al principio, el alboroto de la vida estudiantil, por ejemplo. Pero a medida que avanzamos, la soledad de mi personaje va en aumento y el sonido cambia. Abandonamos a todos los demás. El sonido se vuelve más interno. Es una idea muy poética.
Anne está tan concentrada que no parece tener tiempo para sonreír.
Audrey y yo hablamos de esa sonrisa ausente. Cuando estás muy concentrado no sueles sonreír. Pero siempre que había una sonrisa, Audrey quería que fuera deslumbrante e incluso más notable debido a su escasez. En el caso de Anne, sus ojos comunican lo esencial y no la mitad inferior de su rostro. Tuve que usar mis ojos para transmitir soledad y miedo. Anne no tiene tiempo para sonreír. Apenas tiene tiempo para recuperar el aliento. Así que trabajamos mucho en el sonido.
¿Qué quiere decir eso?
Trabajamos el sonido como si fuera un instrumento. Por ejemplo, en una secuencia, tenía que interpretar el miedo, el dolor físico cada vez más intenso y la fuerza de voluntad más absoluta. Todo al mismo tiempo. Para ayudarme, Audrey hizo que el ingeniero de sonido preparara un auricular que transmitía un tic tac constante. Me sentía como una bomba de tiempo. Cuanto más avanzábamos, más fuerte sonaba el metrónomo. Eso me puso en un estado de máxima irritación. Me sentía mareada. Tuvo un efecto real en mi forma de andar. Moldeó mis expresiones faciales.