Os dejamos una entrevista realizada al director de fotografía de El acontecimiento, Laurent Tangy. Recordamos que la película se estrenará en las salas de Proyecto Viridiana el 10 de marzo a las 19h (18h en Canarias) con posterior coloquio desde Cines Lys.
¿Cómo empezó tu trabajo como director de fotografía en EL ACONTECIMIENTO?
Audrey y mis conversaciones giraron en torno a una idea muy sencilla: ella quería encontrar el tono adecuado sin traicionar el texto original. Queríamos representar las emociones y la lucha de esta mujer en busca de emancipación y libertad en un mundo que se regía por reglas que oprimían a las mujeres. Nuestra inmersión en su vida se basaba en que una cámara se mantuviera cerca de ella, en tomas secuenciales que sumergieran al público en su vida. Compartimos referencias a fotógrafos como Jacob Holdt o Todd Hido.
¿De qué manera esa visión inmersiva afectó a la imagen?
Necesitamos una cámara de hombro para seguir todos los movimientos de la protagonista. Sus reacciones y la urgencia de su situación. Eso se traducía en limitaciones para la iluminación. Necesitábamos la libertad de encuadrar todas las acciones de Anamaria sin cortar nunca.
Eso presupone una complicidad particular, una ósmosis con la actriz protagonista, Anamaria Vartolomei. ¿Cómo trabajasteis juntos?
El trabajo con Anamaria comenzó en el set. Tardé algunos unos días en ganarme su confianza y experimentar con ella. También me mantenía cerca de ella físicamente, siguiendo sus pasos, escuchando su respiración. La idea original era encontrar un ritmo común, algo así como un paso de baile que ocultara la cámara.
La iluminación requería un tratamiento particular porque las películas eran llamativamente coloridas en los años 60. Y los intentos de reproducir ese aspecto suelen transformar las películas en una recreación histórica similar a un museo, que no siempre resulta muy realista. ¿Cómo evitaste ese escollo?
Por supuesto, no queríamos hacer una recreación. Eso habría ido en contra de la filosofía del proyecto. La idea consistía en ser creíble sin convertir la película en una película de época, lo que habría creado una distancia emocional en la narración. Nos decidimos por una iluminación contemporánea. Los años 60 se reflejan en la escenografía, en el vestuario y en la forma de hablar de los personajes. No en la manera de filmar la película.
Entonces, ¿qué gama de colores elegiste?
Audrey quería colores fríos al principio, con una evolución hacia tonos más cálidos para subrayar una sensación de urgencia y el callejón sin salida en el que Anne se ve atrapada.
¿Y cuándo se realiza esa gradación del color?
La gradación del color fue la continuación de nuestro trabajo en el set. Para permanecer «fiel» a nuestro tema. Ser «honesto», como le gustaba decir a Audrey. Incluso dejando que las cosas tuvieran un aspecto crudo cuando era necesario.
También has debido trabajar mucho en la intensidad tan particular de la luz nocturna exterior que vemos en la película. ¿Cómo describirías esa luz?
De la misma manera, queríamos asegurar la veracidad de nuestras tomas exteriores. Así que trabajamos para expresar la naturaleza emocional del entorno de Anamaria sin hacer que nada pareciera espectacular. La imagen no debía ser naturalista sino natural, exagerando un poco los contrastes que saturan los colores.
¿Y para la iluminación interior?
En el interior me motivó la misma idea: ser fieles al entorno y a la historia reforzando la realidad de las fuentes existentes: una bombilla, un semáforo… exagerando un poco la verdadera fuente de luz para reforzar y comunicar mejor las emociones de Anne.